Tiempo en Buenos Aires

martes, 15 de junio de 2010

Nobleza Obliga

El mundial de futbol es un fenómeno social sin precedentes, nos pone a todos un poco más nacionalistas, nos hace desempolvar nuestras viejas casacas de la selección, algún gorrito arlequín y aquella bandera medio viejita que siempre está con nosotros para estos eventos.
Este año me preparé un poco más, hice el esfuerzo de comprarme el LCD en chiquicientas cuotas, y puse HD (se ven increíble los partidos allí). El fervor del mundial me hizo caer en la trampa del delay, en mi LCD con HD el gol de Argentina llegó como 15 segundos después, enterándome antes por los gritos de las miles de gargantas que festejaron el gol cuando fue y no como yo que después no sabía que hacer.
Rememorando historias mundialistas me vino a la cabeza una que hoy 20 años después creo que es hora de contarla.
El mundial de Italia 90 nos agarró a mis amigos y a mí en una época donde las cábalas se respetaban a rajatabla. El punto de reunión era mi casa. Dependiendo de la hora del partido lo que se comía durante la transmisión era lo mismo (facturas o Sandwiches). Hasta recuerdo que yo llevaba puesto una remera Puma celeste que le había visto a Bilardo, técnico entonces del seleccionado Argentino. Se preparaba todo como un ritual, la comida, los lugares y hasta una botella de Sidra cerrada que era fiel testigo de nuestro sufrimiento a lo largo del mundial esperando ser descorchada después del séptimo partido.
No fue un mundial fácil, el primer partido con Camerún, después la clasificación con lo justo, el partido imposible con Brasil, los penales contra Yugoslavia y el partido contra Italia… Ahí es donde quiero hacer hincapié. Se jugaba mucho, ellos eran locales, hasta ese entonces no les habían marcado goles, era un equipo muy difícil. Antes de comenzar el partido sucedió algo que nos lleno de odio a todos los argentinos, cuando cantaban nuestro himno ellos lo silbaron de una manera estrepitosa, la imagen de Maradona insultándolos a la cámara me quedó grabada, fue en ese momento que daba lo que no tenía por dejarlos afuera y en su casa. Lo que sucedió después es cosa sabida, perdíamos 1 a 0, empató Caniggia y en los penales otra vez las manos del Goyco. Tenía tanta alegría que el corazón no me entraba en el pecho, ese día nos clasificamos a la final y salimos a festejar todos. Nos pusimos los gorros, banderas y vinchas y salimos por las calles. Fue ahí que en un acto sin pensar agarramos la botella de sidra y en el palier del edificio mientras nos fundíamos en abrazos con otros amigos, la descorchamos, si hasta yo un abstemio a ultranza estaba prendido a la botella del éxito. Después de volver del obelisco ya más tranquilos en casa nos dimos cuenta de lo sucedido.
Llegó el día de la final Adrian estaba enfermo pero lo hicimos bajar igual, no hay que romper las cábalas le dijimos, aunque nosotros sabíamos lo que habíamos hecho, nos preparamos como siempre pero con otra botella de sidra como queriendo engañar al destino. Lo que pasó después es más que sabido, la expulsión de Monzón, el penal de Sensini, Codesal, las lagrimas de Diego etc.
Era hora de que se sepa quiénes fueron los verdaderos responsables, lo que pasa que un mundial es un fenómeno social sin precedentes.
PERDON!!!!!

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