Tiempo en Buenos Aires

lunes, 12 de noviembre de 2012

El Zoologico

Una salida simple, barata y a mano es el zoológico. Por lo general vamos acompañado de por lo menos un menor para disfrutar del paseo al aire libre.
 
Todo comienza cuando llegas y esquivas a los mateos (quien viaja en esos carruajes? turistas?), el señor con el pony que tiene un sombrero mexicano e insiste que te saques una foto con él, el que todavía te ofrece rollos para maquinas de fotos, el que vende hamburguesas, galletitas, pochoclos, globos, el del muñequito que esté de moda como si estuviera en un triciclo con un alambre largo para que lo lleves a pasear, las interminables colas para sacar las entradas.
 
Una vez salteados todos esos escollos logramos ingresar, nos recibe un lago grande con flamencos y un señor que nos saca una foto para después vendérnosla a la salida. Acto seguido el local que vende el único alimento autorizado para darle a los animales, que consta de un 80 % de un producto y 20% de otro. Como es de suponer los animales quieren todos ese alimento, el que vino menos.
 
Empezamos a caminar entre la gente atento a que no se me pierda el chico, con los abrigos que llevamos de mas en la mano, alguna pavadita para que coma el nene mas el balde con el alimento, para colmo cuando llegas a la jaula de algún animal de renombre como el león o el oso polar esta lleno de publico adelante y si te faltaba algo tenes que alzar a la criatura.
 
Muchas veces con tal de que vea algo lo orientamos hacia donde no hay gente, aunque lo que haya para ver no sea muy popular entre el publico infantil (uy mirá un castor noruego).
 
Hay clásicos que son visita de rigor, el elefante y nuestro intento de tirarle comida y que juste se digne a agarrar el nuestro, la jirafa que cada tanto se  acerca a la gente, los monos y sus movimientos graciosos, el león en su jaula allá abajo.
 
También hay juegos donde los chicos se pasan un largo rato (si sabia que quería esto lo llevaba a la plaza y listo) todo matizado con ese hedor tan particular que emiten los animalitos.
 
A mitad del recorrido nos quedamos sin comida y con la criatura que nos dice que está cansada y que no quiere caminar mas. Ahí es donde emprendemos el regreso cortando camino por donde sea con tal de llegar a la salida, esquivamos al que nos quiere vender la foto que nos sacaron a la entrada, zigzagueamos a todos los que están a la entrada y nos dirigimos a nuestro hogar con la meta cumplida, por las dudas en el viaje de regreso le preguntamos al menor si le gustó todo lo que vio y si lo disfrutó tanto como nosotros (ironía).