Tiempo en Buenos Aires

miércoles, 15 de julio de 2015

Disculpe las molestias

Hace ya casi 21 años empecé a trabajar en una empresa que me dio mucho, me dio una familia extra, porque eso es lo que era.

Conocí a personas extraordinarias con  las cuales hoy sigo compartiendo asados, charlas y salidas.
Miles de anécdotas a lo largo de todos estos años, buenas y de las otras, vi pasar muchas personas y personajes que fueron dejando en mi algo.

Siempre me sentí orgulloso del lugar en el que trabajaba, no sé si fueron muy generosos conmigo pero me sentía cómodo, tal vez por la gente que allí habitaba que hacía que las jornadas no fueran tan tediosas.

Crecí mucho durante todos estos años, forme una familia y un hogar, y ellos de a poco también empezaron a ser parte de esta familia.

Pero el mundo de los negocios no siempre corre paralelo a tu vida, hace unos años las cosas empezaron a cambiar, de a poco se empezaron a ir los referentes y quedamos como un barco en altamar sin un rumbo fijo. Esto devino en una “fusión” con otra empresa, que en realidad nos absorbió y ese fue el comienzo del fin.

Los amigos desparramados por distintos edificios donde ya no nos vemos como antes, las reglas del juego cambiada, jefes nuevos y una sensación de ellos y nosotros que difícilmente pueda unirse porque somos distintos, ni mejores ni peores, distintos.
No sabemos cuánto tiempo nos queda aquí, pero con la vieja guardia cuando podemos juntarnos aprovechamos para recordar aquellos tiempos donde disfrutábamos estar “trabajando” en una empresa casi familiar.

Bueno los dejo porque tengo que poner unos carteles en la puerta de la empresa:

                                                    Disculpe las molestias

                                                        NO FUSIONA

miércoles, 1 de julio de 2015

Retrospectiva

Llegué a Ezeiza con mucha expectativa, era la primera vez que viajaba tan lejos y a lugares tan hermosos, casi ni me daba cuenta las horas que hacía que no dormía. Nos esperaba la magia de Disney y la hermosura de Playa del Carmen, fue un viaje de ensueño que quedará grabado en mis retinas y mi corazón por siempre.

Con la última gota de aliento que nos quedaba desarme el imposible peinado de mi esposa, caímos rendidos en la cama, el descanso no duró mucho, había que levantarse “temprano”, ese día se votaba y salíamos de luna de miel. Comimos algunas de las ricas cosas que nos dejó preparado el hotel y salimos en busca de nuestras valijas, pasaportes y documentos para cumplir con nuestro deber cívico. Primera parada cuarto oscuro, segunda Ezeiza.

Entramos al salón al ritmo de One de U2, luces, aplausos, saludos y a partir de ahí una noche mágica. Vals de rigor y una interminable cataratas de hits que se fueron bailando a pista llena, hasta hubo tiempo de unos lentos. La noche transcurría entre brindis, torta y buen vino. Las luces del amanecer empezaban a despedir este evento maravilloso. Después de saludar al último invitado nos dirigimos a nuestra habitación.


Todo comenzó un 05 de Mayo de 2000, paro general, lluvia torrencial, una ceremonia en el civil que se demoraba por lo imposible que estaba la ciudad pero que terminó siendo hermosa, después todos a nuestro pequeño departamento a celebrar. Al otro día venía la iglesia, ella se fue al hotel a prepararse, yo me quedé en casa, nos encontramos en Santa Elena, ceremonia religiosa, una amiga cantando el Ave María y muchos saludos de rigor en el atrio. Nos fuimos de incognito al hotel a sacarnos unas fotos mientras los invitados estaban en la recepción y justo cuando nos disponíamos a comer algo de lo que nos habían dejado en nuestra habitación, suena el teléfono avisándonos que ya era hora de entrar al salón.