Hace ya casi 21 años empecé a
trabajar en una empresa que me dio mucho, me dio una familia extra, porque eso
es lo que era.
Conocí a personas extraordinarias con las cuales hoy sigo compartiendo asados,
charlas y salidas.
Miles de anécdotas a lo largo de
todos estos años, buenas y de las otras, vi pasar muchas personas y personajes
que fueron dejando en mi algo.
Siempre me sentí orgulloso del
lugar en el que trabajaba, no sé si fueron muy generosos conmigo pero me sentía
cómodo, tal vez por la gente que allí habitaba que hacía que las jornadas no
fueran tan tediosas.
Crecí mucho durante todos estos
años, forme una familia y un hogar, y ellos de a poco también empezaron a ser
parte de esta familia.
Pero el mundo de los negocios no
siempre corre paralelo a tu vida, hace unos años las cosas empezaron a cambiar,
de a poco se empezaron a ir los referentes y quedamos como un barco en altamar
sin un rumbo fijo. Esto devino en una “fusión” con otra empresa, que en
realidad nos absorbió y ese fue el comienzo del fin.
Los amigos desparramados por
distintos edificios donde ya no nos vemos como antes, las reglas del juego
cambiada, jefes nuevos y una sensación de ellos y nosotros que difícilmente pueda
unirse porque somos distintos, ni mejores ni peores, distintos.
No sabemos cuánto tiempo nos
queda aquí, pero con la vieja guardia cuando podemos juntarnos aprovechamos
para recordar aquellos tiempos donde disfrutábamos estar “trabajando” en una
empresa casi familiar.
Bueno los dejo porque tengo que
poner unos carteles en la puerta de la empresa:
Disculpe las molestias
NO FUSIONA
:( :( :(
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